Convocados por el vicepresidente de la Comisión de Salud del Senado, Carlos Omar Arce, los doctores Jorge Harraca, Mónica Katz y Alberto Cormillot presentaron el “Proyecto de Ley de Prevención, Tratamiento y Control de la Obesidad en la República Argentina”.

La propuesta busca superar el enfoque desactualizado de la Ley 26.396 de Trastornos Alimentarios, reconociendo que la obesidad no siempre se origina en un trastorno alimentario, sino que es una enfermedad multicausal y crónica, asociada principalmente con alteraciones en el tejido adiposo. El objetivo es establecer un marco legal que reconozca la obesidad como una enfermedad crónica, distinta de los trastornos alimentarios, garantizando el acceso oportuno al diagnóstico y tratamiento.

“El marco actual es inadecuado porque, al considerar la obesidad dentro de los trastornos alimentarios, muchas personas no acceden al tratamiento adecuado y deben peregrinar por consultorios sin obtener soluciones”, afirmó Jorge Harraca, expresidente de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO).

El proyecto pone el foco en la persona y aborda la obesidad desde la prevención hasta el tratamiento, incorporando avances científicos. Además, propone reforzar programas educativos y la promoción de hábitos saludables desde la infancia, garantizar el acceso a tratamientos integrales, que incluyan opciones farmacológicas y quirúrgicas, y establecer sistemas de vigilancia para monitorear tendencias y optimizar respuestas.

Harraca recordó que, desde 1997, la OMS considera a la obesidad una enfermedad. Según el Atlas de la Obesidad 2023, más de la mitad de la población mundial podría padecerla en los próximos años. En Argentina, los datos son alarmantes: “Pasamos de un 14% a casi el 30% de la población con obesidad en las últimas décadas. Esto refleja que no estamos abordando el problema de manera efectiva”, advirtió.

El especialista subrayó el impacto de la obesidad en la salud: incrementa significativamente el riesgo de desarrollar diabetes, hipertensión y accidentes cerebrovasculares, además de haber sido un factor clave en la alta mortalidad por COVID-19 en personas con esta condición.

“Es esencial que la obesidad sea reconocida como una enfermedad multicausal, crónica e inflamatoria, que requiere tratamientos inmediatos para evitar mayores complicaciones y costos para el sistema de salud”, consideró Harraca y concluyó: “Es urgente modificar la realidad actual y ofrecer soluciones efectivas”.