La exposición al sol, el contacto con el agua y la exposición prolongada al aire acondicionado pueden desencadenar diversas afecciones oculares en la infancia. Así lo señala la especialista en oftalmología pediátrica de Dim Centros de Salud, quien señala además que entre los problemas más comunes se encuentran la irritación ocular por exposición al sol y al viento, reacciones alérgicas, infecciones virales y bacterianas debido al contacto en lugares concurridos, además de traumatismos oculares causados por actividades deportivas y picaduras de insectos en la zona periocular.

Según Arriaga, la prevención es clave para evitar patologías oculares en los niños.

"Es fundamental elegir gafas de sol con filtro ultravioleta (UV), asesoradas por un óptico, especialmente si el niño tiene ojos claros, ya que son más sensibles a la radiación solar", explica la oftalmóloga. Además, recomienda el uso de monturas de plástico o silicona con bandas de sujeción para evitar que los niños se las quiten. Complementariamente, el uso de sombreros, viseras o gorras puede aumentar la protección ocular.

No proteger los ojos del sol puede generar consecuencias a corto y largo plazo. "Entre los efectos inmediatos está la queratitis, que se manifiesta con dolor, fotofobia y enrojecimiento ocular. A largo plazo, la exposición prolongada puede causar quemaduras en la retina y lesiones degenerativas", advierte la especialista

Por otro lado, para prevenir irritaciones y posibles infecciones, se recomienda el uso de gafas de natación al ingresar en piletas, ríos o el mar. "Los niños tienden a frotarse los ojos cuando sienten molestias, lo que puede derivar en infecciones o erosiones de la córnea", señala Arriaga. También es esencial fomentar el hábito de lavarse las manos con frecuencia para evitar que el contacto con agentes irritantes genere problemas oculares.

Precaución con el aire acondicionado

El uso de aire acondicionado puede provocar el síndrome del ojo seco, caracterizado por ardor, sensación de arenilla, pesadez ocular y escozor. "Para aliviar los síntomas leves, se recomienda el uso de lágrimas artificiales en colirio o gel, además de una correcta higiene de los párpados", sugiere la especialista.

Si el niño presenta enrojecimiento ocular sin dolor ni secreciones, suele tratarse de un episodio pasajero que se soluciona con lavado con agua fría y aplicación de lágrimas artificiales. "Si el ojo rojo está acompañado de picor, puede tratarse de una alergia ocular", señala Arriaga.

Durante el verano, también es común la conjuntivitis, que se caracteriza por enrojecimiento y secreciones. "Las conjuntivitis virales son altamente contagiosas, por lo que se debe extremar la higiene y evitar el uso compartido de toallas o el baño en piscinas", alerta la experta. Si a estos síntomas se suman dolor ocular y molestias a la luz, podría tratarse de una afección más severa, como queratitis o úlceras corneales, que requieren atención médica urgente.

"Si hay secreciones o si el dolor y la fotofobia persisten, es imprescindible consultar con un oftalmólogo para un tratamiento adecuado", concluye la especialista.

El cuidado ocular en la infancia es esencial para prevenir complicaciones futuras. Implementar estas medidas de protección durante el verano contribuye a mantener una visión saludable y libre de molestias en los más pequeños.