

La deficiencia de hierro es una condición que afecta a 4 de cada 10 mujeres embarazadas y representa un obstáculo invisible que puede poner en riesgo el neurodesarrollo de sus hijos. Este problema nutricional, que se duplica cada trimestre del embarazo, pasando del 5.3% en el primer trimestre al 27.5% en el tercero, es la principal causa de anemia y la deficiencia nutricional más común en el mundo.
El hierro es un mineral esencial durante el periodo perinatal (embarazo y primeros 24 meses de vida), ya que el cerebro del bebé experimenta un crecimiento acelerado y forma conexiones esenciales para el aprendizaje y la memoria. La carencia de hierro en esta etapa puede tener consecuencias permanentes en el desarrollo cerebral y cognitivo, asociándose con menor desarrollo motor, menor coeficiente intelectual y dificultades en el aprendizaje y la memoria.
Uno de los aspectos más críticos es que aproximadamente el 80% del hierro que necesita el bebé se acumula en el último trimestre del embarazo. Esto hace que sea vital que las mujeres embarazadas mantengan niveles adecuados de hierro a través de una dieta equilibrada y, si es necesario, mediante suplementos.
Un estudio de la Universidad de British Columbia sugiere que la deficiencia de hierro podría estar vinculada con el desarrollo de condiciones como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo que refuerza la importancia de su prevención.
En los países de ingresos bajos y medianos, la deficiencia de hierro es responsable del 20% de las muertes antes del nacimiento y del 10% de las muertes maternas, lo que evidencia su impacto en la salud de la madre y del bebé.
Pablo Carpintero, especialista en ginecología y obstetricia y profesor de la Universidad de Maimónides en Buenos Aires, destaca que “en Argentina, se ha evidenciado una relación significativa entre la anemia y embarazo, con una prevalencia 10% mayor en mujeres embarazadas en comparación con aquellas en edad reproductiva, siendo la deficiencia del hierro las principal causa de la anemia. Esta situación se ve agravada por diversos factores, como dietas deficientes en hierro, alta incidencia de infecciones parasitarias y limitaciones en el acceso a servicios de salud adecuados. Por ello, resulta esencial priorizar intervenciones orientadas a mejorar las condiciones de este grupo poblacional”.
El hierro no solo es crucial para el desarrollo del cerebro, sino también para el crecimiento de la placenta, el transporte de oxígeno y nutrientes al bebé, la producción de leche materna y el refuerzo del sistema inmunológico. Además, contribuye al bienestar mental de la madre, ayudando a evitar la fatiga extrema, un síntoma que muchas veces se confunde con las molestias propias del embarazo.
Para evitar la deficiencia de hierro, es recomendable incluir en la dieta alimentos ricos en hierro, como carnes rojas, legumbres y vegetales de hojas verdes, además de consumir vitamina C para mejorar su absorción. Si la dieta no es suficiente, el médico podría indicar tratamiento con hierro por vía oral o intravenosa.
Prevenir la deficiencia de hierro en el embarazo es una medida clave para proteger la salud materna y garantizar un desarrollo óptimo en los niños, asegurando así mejores condiciones para su futuro.