La endometriosis es una afección ginecológica crónica que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, provocando dolor intenso, problemas de fertilidad y un impacto significativo en la calidad de vida.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 190 millones de mujeres y niñas en edad reproductiva padecen endometriosis a nivel global. En Argentina, se estima que cerca de un millón de mujeres entre 15 y 50 años conviven con esta enfermedad.

El proceso menstrual en una mujer sana implica que el endometrio, el tejido que recubre el interior del útero, se desprenda y elimine durante la menstruación si no hay embarazo. Sin embargo, en quienes padecen endometriosis, células del endometrio crecen fuera del útero, afectando órganos como los ovarios, las trompas de Falopio e incluso la vejiga o el intestino. Esto genera inflamación crónica, formación de quistes y fuertes dolores.

María Laura Martínez, especialista en Ginecología de DIM CENTROS DE SALUD, explica que la endometriosis es una enfermedad inflamatoria benigna dependiente de estrógenos y que puede manifestarse con síntomas como cólicos menstruales intensos, dolor durante las relaciones sexuales, molestias al defecar o al orinar, fatiga y en algunos casos, infertilidad. "Puede afectar a mujeres de cualquier edad y su impacto en la vida diaria es significativo", destaca la especialista.

Uno de los principales problemas en torno a la endometriosis es que suele confundirse con otras afecciones, como la enfermedad inflamatoria pélvica, los quistes ováricos o el síndrome de colon irritable. Esto puede retrasar el diagnóstico y hacer que muchas mujeres tarden años en recibir el tratamiento adecuado.

El diagnóstico se basa en la historia clínica de la paciente, un examen físico integral y estudios complementarios como ecografía con doppler, resonancia magnética y análisis de laboratorio. "Si bien el marcador CA 125 no es específico para detectar la endometriosis, puede aportar información sobre la severidad de la enfermedad", indica la Martínez.

En cuanto al tratamiento, existen opciones tanto médicas como quirúrgicas. Se pueden administrar antiinflamatorios para aliviar el dolor, terapias hormonales para controlar el crecimiento del tejido endometrial y, en casos más graves, recurrir a cirugías como la laparoscopia o la histerectomía. "El tratamiento médico es solo sintomático, mientras que el quirúrgico puede ser curativo pero con tasas variables de recurrencia. Por eso, se recomienda priorizar el tratamiento médico y dejar la cirugía para casos específicos", concluye la especialista.

Además, en mujeres que enfrentan dificultades para concebir, las técnicas de reproducción asistida han demostrado mejorar significativamente las tasas de embarazo.

Dado el impacto de esta enfermedad en la vida de quienes la padecen, la concientización y el acceso a un diagnóstico oportuno son claves para mejorar su calidad de vida y reducir las complicaciones a largo plazo.