

La inteligencia artificial (IA) está transformando la salud pública a nivel mundial, ofreciendo soluciones innovadoras para mejorar la vigilancia epidemiológica, optimizar recursos, personalizar mensajes sanitarios y automatizar tareas rutinarias. Sin embargo, su implementación también presenta importantes retos vinculados a la equidad, la privacidad de los datos y la necesidad de fortalecer las capacidades digitales de las instituciones de salud.
Un reciente artículo publicado en The Lancet analiza en profundidad las oportunidades y desafíos que plantea la incorporación de la IA en la salud pública, y propone una agenda de acción para responsables políticos e instituciones del sector.
Entre los principales beneficios, la IA permite procesar grandes volúmenes de datos en tiempo real, detectar brotes epidémicos de manera temprana y analizar comportamientos de la población a partir de datos de redes sociales, aplicaciones móviles o registros electrónicos de salud. También puede ser clave para planificar campañas de vacunación, identificar factores de riesgo o combatir la desinformación a través de chatbots y sistemas de comunicación personalizados. Durante la pandemia de COVID-19, muchas de estas herramientas demostraron su utilidad en diferentes países, agilizando procesos y mejorando la respuesta sanitaria.
No obstante, la adopción de la IA en salud pública no está exenta de riesgos. Los expertos advierten que estos sistemas pueden reproducir o amplificar desigualdades existentes si se entrenan con datos sesgados o poco representativos. Además, preocupa la protección de la privacidad y la seguridad de los datos personales, especialmente cuando se integran múltiples fuentes de información.
El artículo de The Lancet enfatiza que es imprescindible contar con marcos regulatorios sólidos, garantizar la transparencia en el funcionamiento de los algoritmos y asegurar la participación humana en todas las etapas del desarrollo y uso de la tecnología. Las instituciones de salud pública también deben invertir en infraestructura digital segura, capacitar a su personal en nuevas competencias y diseñar estrategias que prioricen la equidad y el respeto a los derechos humanos. Asimismo, destaca la necesidad de considerar el impacto ambiental de la IA, dado el consumo de energía asociado a sus sistemas.
La inteligencia artificial promete grandes avances para la salud pública, pero su implementación requiere responsabilidad, regulación adecuada y una visión centrada en las personas y en el acceso.