

Desde la desregulación del mercado farmacéutico impulsada tras el ballotage presidencial de noviembre de 2023, los medicamentos más consumidos por personas mayores aumentaron un 237,1 %. En diciembre de ese año, los diez fármacos más usados por este grupo etario subieron en promedio un 40,9 %, y en el bimestre noviembre-diciembre, el alza acumulada fue del 77,2 %.
Solo en abril de 2025, el aumento mensual fue del 2,8 %, más del doble que en marzo (1,1 %). Algunos medicamentos, como el más utilizado para tratar la hipertensión, llegaron a registrar subas del 5,7 %. En el último año, los diez productos con mayores incrementos acumularon una suba del 52,3 %, por encima de la inflación general del período, que fue del 47,6 %.
La Fundación Soberanía Sanitaria denunció que, entre noviembre de 2023 y febrero de 2025, el precio de los medicamentos cubiertos por PAMI aumentó un 382 % y el gasto de bolsillo de los afiliados creció en la misma proporción. Además, durante ese mismo período, la cantidad de recetas dispensadas cayó un 26 %, lo que sugiere una baja en la adherencia a los tratamientos.
Desde marzo de 2025, el PAMI habilitó aumentos mensuales superiores al 5 %, ubicados por encima de la inflación entre marzo y noviembre de 2024. Por otra parte, se retiraron de la cobertura gratuita 55 principios activos: 44 en agosto de 2024 y otros 11 en junio. Muchos de ellos pasaron a un régimen de cobertura del 40 %, con precios referenciales iguales al precio de venta al público.
Como si fuera poco, la ANMAT autorizó en abril el pase a venta libre de varios inhibidores de bomba de protones -como los «prazoles» utilizados para tratar enfermedades gástricas-, lo que podría implicar su exclusión del sistema de prescripción y una nueva pérdida de cobertura para las personas mayores.
Por su parte, el informe de CEPA muestra que, mientras los precios de los medicamentos no paran de subir, el bono jubilatorio permanece congelado en $70.000 desde marzo de 2024. Si se hubiera actualizado por inflación, en mayo de 2025 debería haber alcanzado los $154.400. Esta falta de actualización, combinada con el crecimiento sostenido del precio de los medicamentos, provocó una pérdida significativa del poder adquisitivo.
Entre junio de 2023 y abril de 2025, la capacidad de una jubilación mínima para afrontar el costo de los medicamentos más usados por los afiliados de PAMI se redujo un 40,9 % (con bono) y un 42,5 % (sin bono). Desde diciembre de 2023, la pérdida fue del 40,8 % para quienes perciben bono, y del 27,7 % para quienes no lo reciben.
Según Soberanía Sanitaria, la brecha entre el aumento de los medicamentos PAMI y la jubilación mínima (con bono) era de 208 puntos porcentuales en abril de 2025. Una distancia que refleja con claridad el deterioro sostenido de la protección social.
El riesgo de enfermarse
En Argentina, el 90 % de las personas mayores consume al menos un medicamento por día y más de la mitad utiliza tres o más. El acceso a esos tratamientos es esencial para garantizar calidad de vida, autonomía y prevenir complicaciones que podrían derivar en hospitalizaciones o cuadros graves. La desregulación del sector farmacéutico, los recortes en el vademécum y el deterioro del ingreso previsional afectan de forma directa este derecho básico.
Ambos informes coinciden en que se está profundizando un ajuste silencioso que se percibe cada vez con más crudeza en las farmacias, que resulta en menos cobertura, más gasto personal y tratamientos que se abandonan por imposibilidad económica.
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