

Una investigación retrospectiva realizada en cuatro grandes sistemas de salud de Estados Unidos -Cedars-Sinai, Kaiser Permanente, Northwell Health y Veterans Health Administration- analizó los efectos de los refuerzos vacunales contra la COVID-19 en más de 88.000 personas con cáncer. El estudio concluyó que tanto las vacunas monovalentes como bivalentes reducen significativamente las hospitalizaciones y los ingresos a terapia intensiva. Sin embargo, menos del 40% de los pacientes oncológicos accedió a la dosis de refuerzo bivalente.
Durante el periodo analizado (enero de 2022 a agosto de 2023), las dosis de refuerzo monovalentes disminuyeron un 29% el riesgo de hospitalización por COVID-19 entre personas con cáncer. El número necesario a vacunar (NNV) para evitar una hospitalización fue de solo 166. En el caso del refuerzo bivalente, administrado entre septiembre de 2022 y agosto de 2023, la reducción del riesgo fue del 30%, con un NNV de 451. Estos valores reflejan una alta eficacia, especialmente si se los compara con la población no inmunodeprimida, donde el NNV fue de 1107 (monovalente) y 4503 (bivalente).
Eficaces contra formas graves
En un estudio de cohorte retrospectivo realizado en personas con cáncer en EE. UU., las internaciones por COVID-19 se redujeron en un 29 % con vacunas monovalentes adicionales contra COVID-19 y en un 30 % con la vacuna bivalente. La vacunación se asoció con protección contra las formas graves de COVID-19 en personas con cáncer, según se publica en JAMA Oncology el 17 de julio de 2025.
La efectividad fue consistente tanto para personas con neoplasias hematológicas como para quienes padecían tumores sólidos, incluyendo cáncer de pulmón, mama y vías urinarias. También se observaron beneficios relevantes en pacientes en tratamiento con quimioterapia, inmunoterapia o corticosteroides.
A pesar de estar incluidos en las recomendaciones prioritarias para refuerzos, solo el 69% de los pacientes oncológicos recibió una dosis monovalente y apenas el 38% accedió a la vacuna bivalente. Estas cifras, aunque superiores a las de la población general no inmunodeprimida (49% y 24% respectivamente), reflejan una brecha crítica en la protección de una población altamente vulnerable.
“La vacunación fue efectiva incluso cuando su tasa de aceptación fue baja. Esto refuerza la necesidad urgente de estrategias específicas para mejorar la cobertura”, señala el estudio. Entre las posibles intervenciones se propone integrar esquemas de vacunación en las rutinas de oncología, como parte del tratamiento integral.
Prevención de casos graves
El beneficio fue particularmente notorio en los desenlaces más graves. El refuerzo monovalente evitó un ingreso a terapia intensiva por cada 423 personas vacunadas, y la vacuna bivalente, uno cada 1805 personas. Aunque la efectividad para prevenir el contagio fue más baja (en torno al 8,5% para la monovalente y no significativa para la bivalente), la protección frente a formas graves de la enfermedad quedó ampliamente demostrada.
Los autores destacan que este es el mayor estudio epidemiológico sobre efectividad de refuerzos COVID-19 en personas con cáncer. También advierten que, aunque las vacunas protegen, su efectividad puede verse limitada por el tipo de tratamiento, el momento de aplicación y la formulación. Además, no se evaluó la duración de la protección ni la necesidad de nuevas dosis en función de la evolución viral y la inmunidad adquirida.
En una etapa donde la COVID-19 se presenta como una enfermedad endémica, las personas con cáncer siguen siendo un grupo de alto riesgo el estudio demuestra que los refuerzos vacunales salvan vidas, pero aún falta mucho por hacer.