

Las reacciones adversas a medicamentos (RAM) en personas mayores representan un problema de salud pública subestimado y, al mismo tiempo, creciente. Se trata de eventos que impactan en la calidad de vida de quienes los padecen e implican un costo elevado para los sistemas sanitarios. Sin embargo, persisten vacíos de información, subregistro y falta de estrategias sistemáticas de prevención.
Un riesgo aumentado
Los adultos mayores consumen más medicamentos que cualquier otro grupo poblacional. La polifarmacia -la indicación de múltiples fármacos simultáneos-, sumada a la multimorbilidad, la fragilidad y los cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos propios del envejecimiento, los convierte en una población particularmente vulnerable a las RAM.
Un estudio reciente publicado en ScienceDirect (Sánchez‐Ruiz et al., 2025) analiza el riesgo, la epidemiología y los factores asociados con las RAM en adultos mayores, y confirma que estos fenómenos son significativamente más frecuentes en ese grupo. El artículo aporta datos actualizados que destacan no solo la incidencia elevada, sino también la variabilidad de los tipos de RAM según el nivel asistencial, lo que dificulta generar comparaciones directas, pero subraya la necesidad urgente de medidas preventivas.
El problema radica en la alta frecuencia de estos eventos y en su difícil detección. Muchas RAM se confunden con síntomas de las enfermedades de base o con signos propios del envejecimiento, lo que conduce a un círculo de sobrediagnóstico y nuevas prescripciones que pueden agravar el cuadro.
El trabajo propone que la farmacovigilancia debería ser un pilar en la detección y reporte de estos eventos. Sin embargo, el subregistro sigue siendo la norma y no la excepción. El resultado es un riesgo oculto que no se traduce en alertas efectivas ni en cambios clínicos preponderantes.
¿Un callejón sin salida?
En este punto emerge la pregunta: ¿hasta qué punto la polifarmacia en personas mayores es inevitable y hasta qué punto es consecuencia de un modelo sanitario fuertemente medicalizado?
Cada nuevo fármaco puede ser necesario, pero en conjunto multiplican el riesgo de interacciones y efectos adversos. La medicalización de procesos naturales del envejecimiento, la fragmentación de la atención en múltiples especialistas y la presión de la industria farmacéutica complejizan aún más el escenario.
Frente a este panorama, la desprescripción surge como una de las intervenciones más efectivas. No se trata de suspender medicamentos sin más, sino de revisarlos críticamente, retirar aquellos inapropiados y ajustar dosis, siempre bajo supervisión profesional.
Protocolos como el de cinco pasos propuesto por Scott y colaboradores, sumado a los hallazgos recientes de Sánchez-Ruiz et al. (2025), apoyan que reducir la polifarmacia puede mejorar la calidad de vida de las personas mayores sin detrimento de sus tratamientos necesarios.
Un problema estructural
Las RAM en personas mayores son la expresión de tensiones estructurales del sistema sanitario:
Envejecimiento poblacional que incrementa la demanda de fármacos.
Fragmentación asistencial que dispersa la responsabilidad clínica.
Falta de protocolos estandarizados de revisión y seguimiento farmacológico.
Subregistro que invisibiliza la magnitud del problema.
-La evidencia coincide en que prevenir RAM en mayores requiere estrategias sistemáticas:
-Revisiones periódicas de la medicación en todos los niveles asistenciales.
-Programas de desprescripción adaptados a cada contexto.
-Formación específica en farmacogeriatría.
-Fortalecimiento de la farmacovigilancia y mejora en los sistemas de notificación.
El envejecimiento poblacional hace cada vez más urgente esta agenda y no prestarle la atención necesaria equivale a perpetuar un modelo que expone a los mayores a un riesgo prevenible.