

Publicada en el Boletín Oficial como Ley Nº 27.797, la llamada Ley Nicolás representa un avance histórico en materia de seguridad del paciente, busca prevenir daños evitables en el sistema de salud y transformar la calidad asistencial en una obligación legal.
La Ley Nicolás de Calidad y Seguridad Sanitaria surge tras la muerte evitable de Nicolás Deanna y se convirtió, tras el recorrido de un gran arco de trabajadores de la salud comprometidos con la calidad durante años, en una política pública que establece un marco obligatorio para prevenir eventos adversos y fortalecer la seguridad del paciente en todos los niveles de atención, tanto públicos como privados.
A partir de ahora, los centros de salud deberán comenzar a prepararse para cumplir con las nuevas exigencias:
-Conformar equipos con experiencia en calidad y seguridad del paciente.
-Revisar y actualizar los protocolos asistenciales.
- Implementar sistemas de reporte de incidentes con criterio no punitivo.
-Capacitar a todo el personal en seguridad del paciente.
-Impulsar auditorías y autoevaluaciones de las prácticas.
¿Qué garantiza la Ley Nicolás y por qué era necesaria?
La norma establece la obligatoriedad de implementar políticas de calidad y seguridad sanitaria en todas las instituciones de salud. Incluye la creación de protocolos estandarizados, la formación continua de los equipos, el registro de eventos adversos, la acreditación obligatoria de los centros de atención y la articulación entre Nación, provincias y prestadores.
Su propósito es transformar la calidad y la seguridad de la atención en un requisito institucional, y no en una elección dependiente de la voluntad o los recursos de cada establecimiento.
Tras años de esfuerzos dispersos y programas voluntarios, la Ley Nicolás consolida un marco legal que fija responsabilidades, define estándares y promueve una cultura de mejora continua en todo el sistema sanitario.
“Lo que antes era elección, ahora es obligación”
Cecilia Zerbo, médica especialista en Calidad y una de las redactoras originales del proyecto, subraya que la ley marca un punto de inflexión: «La ley legitima un camino recorrido por los equipos de salud que impulsaron la mejora continua aun en contextos adversos» y señala que «lo central es que lo que antes era una elección ahora es una obligación: trabajar en calidad y seguridad ya no depende de la voluntad ni de los recursos de cada institución».
Zerbo celebra que la ley «nos da un marco para eso, y nos dice que donde antes no había opción, ahora la hay: lo que se sabía y no se hacía, ya no podrá hacerse».
Para Zerbo ahora, el verdadero desafío será abandonar la mirada punitiva y construir un sistema de aprendizaje permanente: «Así como un piloto entrena en simuladores para minimizar errores, los médicos y médicas necesitamos procesos de formación permanentes», ilustra.
Desafíos para la implementación
Especialistas coinciden en que la efectividad de la Ley Nicolás dependerá de su implementación real y sostenida. La normativa requiere financiamiento, instancias de formación continua y una fuerte articulación entre Nación, provincias e instituciones sanitarias.
La transformación cultural será el paso decisivo: que la calidad y la seguridad dejen de ser un requisito burocrático y se conviertan en parte de la práctica cotidiana.
La Ley Nicolás propone un cambio estructural: pasar de la reacción ante los errores a la prevención sistemática, consolidando un sistema de salud más seguro, transparente y confiable para toda la población.