El escenario terapéutico para combatir la obesidad -una enfermedad crónica, sistémica y en crecimiento acelerado- suma una herramienta que promete modificar el curso del tratamiento. Se trata de la tirzepatida, un agonista dual de los receptores GIP y GLP-1, desarrollada por Lilly y lanzada en Argentina por Adium. La molécula, aprobada por ANMAT, plantea una eficacia inédita en reducción de peso y control metabólico, pero también obliga a revisar las dimensiones estructurales del problema: desde la falta de regulación alimentaria hasta el costo creciente que la obesidad impone sobre los sistemas de salud.
Las cifras hablan por sí solas. En 2024, la NCD Risk Factor Collaboration estimó que más de mil millones de personas viven con obesidad, incluidos casi 880 millones de adultos y 159 millones de niños y adolescentes. En 2025, la OMS actualizó sus datos y advirtió que la prevalencia se duplicó desde los años 90, pasando a «una de cada ocho personas» con obesidad. Si las tendencias continúan, para 2030 el sobrepeso y la obesidad afectarán a casi 3.000 millones de adultos, es decir, la mitad de la población adulta mundial.
En la región de las Américas, la OPS/PAHO reveló que el 67,5% de los adultos tiene sobrepeso u obesidad (2022), con proyecciones que podrían elevar esa cifra al 73,2% hacia 2030. Desde 1990, el aumento regional fue del 52%.
El impacto económico también crece.La World Obesity Federation calculó que los costos globales de la obesidad treparon a 2 billones de dólares en 2020 y podrían superar 3 billones para 2030. A nivel regional, un análisis de CEPAL/PMA estimó que los costos anuales en países como México ya representan el 2,3% del PBI, equivalentes a más de 28.800 millones de dólares.
¿Cuánto necesito comer?
En condiciones normales, al comer se activan señales neurohormonales que regulan el apetito, la saciedad y la utilización de la energía. Entre ellas, dos hormonas cumplen un rol central: el GIP y el GLP-1. Ambas se unen a receptores específicos y envían mensajes al cerebro para responder preguntas básicas: «¿cuánto necesito comer?» y «¿es momento de detenerme?».
En personas con obesidad, estas señales están disminuidas o funcionan de manera ineficiente, lo que altera el sistema de saciedad y favorece el aumento de peso.
Hasta hoy, casi todos los avances farmacológicos se centraban en agonistas del GLP-1 -como liraglutida o semaglutida- que actúan sobre una única vía. «Durante 15 años anticipé que estos agonistas iban a cambiar el panorama del tratamiento de la obesidad», señala el cardiólogo Jorge Tartaglione. Hasta ahora su acción tiene límites, con reducciones promedio de peso del 16%.
Una molécula dual: el salto terapéutico
La tirzepatida innova al activar simultáneamente los receptores del GLP-1 y del GIP. El GLP-1 reduce la ingesta al aumentar la saciedad y retrasar el vaciamiento gástrico. El GIP, por su parte, actúa sobre el tejido adiposo, favoreciendo la quema de grasa y evitando su acumulación.
El resultado es un descenso de peso del 22% al 23% en promedio, con casos que superan el 25%. Números comparables a los de cirugías bariátricas, pero con un abordaje menos invasivo.
«Esta es una molécula que viene a redefinir el tratamiento de la obesidad», afirma Javier Hermida, director médico de Adium Argentina y señala: «Asumimos la responsabilidad de traer innovación con propósito: mejorar la calidad de atención y enfrentar patologías crónicas como la obesidad y la diabetes tipo 2».
Para la médica especialista en nutrición Mónica Katz, la relevancia del avance debe entenderse dentro de un problema mayor: «Durante mucho tiempo tuvimos un problema sin soluciones. Hoy contamos con herramientas, y eso es una gran noticia. Vale la pena recordar la magnitud del problema: yo lo llamo un tsunami. Más de mil millones de personas ya presentan obesidad y es avasallante».
Una enfermedad crónica y sistémica
Katz insiste en que la obesidad no puede reducirse a decisiones individuales: «El mercado alimentario está prácticamente desregulado, se venden ultraprocesados en porciones enormes y somos ‘monos completadores’, diseñados para la escasez, no para frenar ante estímulos constantes. A eso se suma estrés, falta de sueño, embarazos con aumento de peso, fármacos que engordan, inactividad; es todo un entorno obesogénico».
La especialista explica que la obesidad es «una enfermedad crónica caracterizada por baja saciedad» donde el cerebro no activa adecuadamente los mecanismos que indican stop. «Hay pérdida de masa cerebral asociada a la neuroinflamación que produce la obesidad», advierte.
«Engordamos de tres maneras: generando nuevos adipocitos (hiperplasia), agrandando los existentes (hipertrofia) o acumulando grasa ectópica cuando ya no hay capacidad de almacenamiento. Esa grasa ectópica llega al hígado, al cerebro y genera inflamación sistémica. De ahí derivan el deterioro cognitivo, la apnea del sueño, la diabetes tipo 2, la enfermedad cardiovascular, la enfermedad renal crónica. Ese es el corazón del problema», sintetiza la especialista.
El impacto en la salud cardiovascular
Durante años, la obesidad no fue considerada un factor de riesgo cardiovascular independiente y en este punto Tartaglione resalta: «Hoy sabemos que existe relación directa» y apunta que «estos tratamientos reducen perímetro de cintura, presión arterial e hígado graso. Antes no tenía herramientas seguras para pacientes con obesidad y enfermedad coronaria; ahora sí, gracias a estas nuevas moléculas».
El cardiólogo subraya un punto clave y añade que «el efecto dual permite medicar con seguridad a pacientes con cardiopatías».
Cobertura, costo y accesibilidad
Según adelantaron desde el área de Acceso de Adium, ya hay empresas de medicina prepagas que analizan cubrir este tratamiento en pacientes de alto riesgo, dado que su costo es significativamente menor al de la cirugía bariátrica. Algunas incluso evalúan reemplazar procedimientos quirúrgicos por esta opción farmacológica.
La tirzepatida es un tratamiento de uso exclusivo bajo prescripción médica y se indica siempre como parte de un abordaje integral que incluye cambios en la alimentación, actividad física y seguimiento clínico. Fue aprobada por ANMAT para personas con obesidad (IMC ≥ 30), para quienes tienen sobrepeso (IMC ≥ 27) con comorbilidades asociadas, y para adultos con diabetes tipo 2 que no alcanzan un control adecuado con las terapias disponibles.
La selección de los pacientes y el monitoreo del tratamiento deben realizarse por un profesional de la salud, ya que la dosificación es escalonada y se ajusta según la respuesta clínica y la tolerancia de cada persona.
Se presenta en lapiceras prellenadas y se administra por vía subcutánea, una vez por semana. El esquema comienza con 2,5 mg y puede aumentar progresivamente hasta 15 mg, según indicación médica.
Dirigido a adultos a partir de los 18 años, el tratamiento busca intervenir de manera temprana en el curso de estas enfermedades crónicas y de alta carga sanitaria.
Por otro lado,el laboratorio anunció un sistema de beneficios para pacientes con o sin cobertura. Los precios rondan los $580.000 para la presentación de 2,5 mg y $780.000 para la de 5 mg.
Una herramienta, no una solución
La llegada de tirzepatida representa un avance indiscutible, pero no resuelve por sí sola la crisis global de obesidad. El aumento de casos sigue ligado a un entorno que promueve el consumo excesivo, a políticas públicas insuficientes y a sistemas alimentarios desregulados.
«En todo el mundo hay inercia política y poca demanda ciudadana frente a un problema que está hipotecando la salud de las próximas generaciones: chicos con diabetes tipo 2 a los diez años, con hipertensión, con hígado graso. Las enfermedades crónicas aumentan como nunca: diabetes, cardiovasculares, trastornos metabólicos, salud mental. Y todo esto ocurre mientras el costo sanitario crece» advierte Katz.
Solo basta recordar que en Argentina más del 2% del PBI se destina a atender enfermedades relacionadas con la obesidad; casi 2,5% o 2,7% si se suman todas las patologías asociadas.