jueves 11 de diciembre de 2025 - Edición Nº2563

PUNTO DE VISTA | 10 dic 2025

Vasectomía y salud sexual 

“Con decisiones informadas se vive la sexualidad de manera más plena y responsable”

El aumento de las vasectomías revela cambios culturales y mayor participación de los varones en la planificación familiar, pero también expone una cara preocupante: la desinformación y el abandono del preservativo están impulsando una nueva ola de enfermedades de transmisión sexual. Una discusión donde salud, educación y política sanitaria se entrecruzan.


En los últimos años observamos en la Argentina un aumento sostenido de las vasectomías, un proceso multifactorial que refleja cambios sociales, sanitarios y culturales. Por un lado, la inclusión de la vasectomía en el Programa Médico Obligatorio y la legislación que obliga a las prestadoras de salud a cubrir todos los métodos anticonceptivos -ligadura de trompas y vasectomía- generaron una mejora real en el acceso. Ese es el primer motor del crecimiento.

El segundo factor es la concientización sobre la planificación familiar. Los varones están empezando a asumir un rol que históricamente recayó de manera exclusiva en las mujeres: DIU, anticonceptivos orales, inyectables y todo lo que estos métodos implican en términos de efectos adversos y riesgos. Frente a este panorama, muchos hombres comprenden hoy que la vasectomía es un procedimiento seguro, sencillo y mínimamente invasivo. Ese involucramiento es una buena noticia porque implica un compromiso más equitativo en las decisiones reproductivas.

Sin embargo, no todo es tan lineal. Más allá de la mayor información, también vemos algo preocupante: hay hombres que no quieren cuidarse. Lo observo en el consultorio y se refleja en los datos epidemiológicos. Algunos piensan: «Si no quiero tener hijos, me hago una vasectomía y no uso preservativo». Esta lógica es problemática y peligrosa.

Las consecuencias se reflejan en un preocupante aumento de las enfermedades de transmisión sexual, con un crecimiento especialmente llamativo de la sífilis, cuya incidencia y prevalencia se dispararon en el país. 

Esto tiene que quedar claro: la vasectomía previene embarazos, no previene infecciones. Y, aun así, muchos varones jóvenes -hablo de menores de 30 años- buscan la intervención no por planificación familiar sino para evitar el uso del preservativo. Esta es una tendencia que merece discusión pública porque muestra que salud, educación y política están absolutamente vinculadas.

A este contexto se suma algo que excede la urología: estamos viviendo una era de posverdad, donde todo se cuestiona y circulan mensajes que atrasan décadas. La proliferación de discursos negacionistas acerca de la vacunación, el desprecio por la evidencia científica y la confusión deliberada generan un retroceso sanitario evidente.

Después de los años 80, con la irrupción del VIH, la sociedad tomó conciencia del cuidado y el preservativo se instaló como una herramienta clave. Hoy vemos el crecimiento de una inconsciencia colectiva, un aumento del consumo de sustancias y un clima general que facilita prácticas sexuales sin protección. Esta desinformación tiene un impacto directo en la salud pública.

Decidir con información

Es importante decirlo claramente: la vasectomía debe considerarse un método irreversible. Existe una técnica -la vaso-anastomosis- que intenta revertir la cirugía uniendo los cabos de los conductos deferentes. Pero es un procedimiento complejo y no garantiza la recuperación de la permeabilidad. El porcentaje de éxito es bajo y muy pocos hombres lo logran.

Cuando alguien modifica su deseo reproductivo, la alternativa realista suele ser la fertilización asistida mediante biopsia testicular. Por eso es fundamental que la decisión sea informada, consciente y entendida como definitiva.

Otro punto que merece aclaración: la vasectomía no altera la salud sexual masculina. No afecta la erección, la eyaculación, el deseo ni el orgasmo. No genera disfunción sexual. Es un mito que debemos desalentar, porque frena decisiones que podrían tomarse con mayor tranquilidad y menos miedo.

Cuando un hombre toma decisiones informadas, vive su sexualidad de manera más plena y responsable. Contar con información científica y entender el alcance de cada procedimiento, sus beneficios, sus límites, su reversibilidad o no,  permite decidir con libertad y madurez. Esa es la base de una verdadera salud sexual.

La vasectomía es una herramienta valiosa, segura y necesaria dentro de las estrategias anticonceptivas. Pero no puede ser excusa para abandonar el cuidado. 

La sexualidad responsable no se reduce a no tener hijos: implica pensar en el propio cuerpo, en la pareja, en la salud pública y en las consecuencias colectivas de nuestras decisiones.

(*) Jefe de Uro-oncología del Instituto Oncológico Henry Moore. 

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